Pongamos que hablo de Madrid (CII) : Museo del Romanticismo

 Otro Museo que me apunto para ver. Se trata del Museo del Romanticismo.

El Museo del Romanticismo acoge del 30 de mayo al 21 de septiembreun recorrido por los pequeños objetos domésticos del siglo XIX que, lejos de ser triviales, nos permiten asomarnos a la sensibilidad, los gustos y la intimidad de la época romántica.

Comisariada por Selina Blasco y Patricia Molins, esta exposición temporal analiza la importancia de los objetos cotidianos en el siglo XIX mostrando una selección de piezas como peines, joyeros, abanicos, costureros o frascos de perfume, y explica su uso, función y presencia en la vida doméstica durante el periodo romántico.

Enmarcada en el proyecto Memoria, tejidos, museos. Los barrios bajos de la atención, esta muestra tiene como objetivo ofrecer una visión complementaria a la colección permanente del museo, destacando cómo estos objetos, aunque pequeños o aparentemente insignificantes, reflejan hábitos, costumbres y modos de vida del siglo XIX. Las piezas estarán integradas en el recorrido habitual del museo para facilitar su contextualización.

El título de la muestra Cosas Tenidas por pequeñeces alude a la novela de Luis Coloma, Pequeñeces, de 1891 y nos da una pista de la vinculación de estas pequeñas piezas intimistas con la literatura de la época.

La exposición se divide en dos partes. La primera se organiza en torno a las piezas expuestas que forman parte del recorrido habitual del Museo del Romanticismo y que Las hijas de Felipe han seleccionado y a las que han añadido cartelas. Como ocurre con un Tresillo de 1890, que ha sido elegido en toda la exposición por las huellas del uso, y por la comodidad que aparenta. “Nosotras queríamos ir más allá de lo diminuto y centrarnos más en el surgimiento del concepto de comodidad” cuentan Las hijas de Felipe. 

Precisamente la búsqueda de la comodidad, el confort del hogar y la intimidad mediante texturas textiles será uno de los ejes que guie esta selección de piezas y que culminará en la segunda parte de la exposición que se sitúa en la Sala del encuentro, donde se exponen obras de pequeño formato, como pequeñas joyas que se han dividido en varias secciones: Devoción, reliquias afectivas, procesos y lo lúdico. “Queríamos que se pudieran contemplar estas pequeñas obras, que normalmente no podemos observar con tanto detalle”, comenta Ana Garriga. 

Lo doméstico como refugio 

Estas secciones exploran cómo los objetos —ya sean textiles u objetos de devoción— se convierten en vehículos de memoria íntima. Lejos de encasillarse en categorías rígidas, las piezas dialogan entre sí, tejiendo un relato común: el trabajo manual como acto meditativo, político y cargado de emociones.

 Las artistas se han enfocado en los trabajos de monjas, un universo textil ‘silenciado’ y ligado directamente con el trabajo doméstico, con lo femenino y con lo intrascendente.https://www.eldiario.es/cultura/arte/exposicion-rescata-pequeneces-sirvieron-refugio-domestico-mujer-siglo-xix_1_12341211.html

El antiguo palacio del Marqués de Matallana, construido en 1776, acoge una interesante colección de pinturas, mobiliario y artes decorativas del siglo XIX, que recrea la vida cotidiana y las costumbres de la alta burguesía durante el Romanticismo. En su visita, el público podrá conocer cómo era la sociedad durante este periodo histórico, así como quienes fueron los principales protagonistas de este movimiento cultural en España.



Obras de Goya, Esquivel, Madrazo, Alenza y los hermanos Bécquer, cerámica de Sargadelos y Sèvres, joyas de ebonita, lava o cabello natural, una colección de muñecas de porcelana, 15 pianos, muebles de estilo imperio o isabelino y la pistola con la que se suicidó Larra, sirven para recrear la atmósfera del Romanticismo, un movimiento cultural que, durante la primera mitad del siglo XIX, sacudió el corazón de los jóvenes artistas, de los intelectuales y de los políticos.

Uno de los rincones más especiales de este singular museo es el Jardín del Magnolio, que sigue la estructura del modelo francés del S. XVIII, organizándose en cuatro calles separadas por parterres de distinto tamaño y con fuente circular en su intersección. En cada uno de los parterres se ubica un árbol distinto, entre ellos el magnolio que da nombre al jardín. En él se encuentra el Café del Jardín del Museo.



https://www.esmadrid.com/informacion-turistica/museo-del-romanticismo

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