Viajando sin ir muy lejos (CLXXXVII) : Cantabria (XII) : El pueblo de las flores , Mazcuerras, Luzmela
Tras oír un programa de RTVE sobre la escritora Concha Espina, descubro esta población amante de las flores en las que destacan entre otras la gran glicinia que plantara la escritora el día de su boda en el año 1893.
De un ejemplar español nos ocuparemos hoy, por haber merecido la preferencia de una de nuestras más ilustres y celebérrimas escritoras: Concha Espina, tan dulce y amable en su trato como en su literatura. Interrogada sobre flores, Concha Espina dijo: —Un día planté por mi mano una glicina, al pie de la solana familiar, en un pueblo insignificante, quieto a la sombra de un monte, encima de un río. Pasaron los años sobre la plantación y mi única propiedad inmueble, mi sola herencia y mi solo refugio solariego, se convirtió en un árbol de flores, un ejemplar ya célebre en la comarca. Un tronco robusto que sube y se desdobla con espesa ramazón en torno al edificio. Como un brazalete formidable, lleno de racimos fragantes y azules; una multitud de panojas que se inclinan, como para ofrecerse, alrededor de las cuatro fachadas, y se asoman a cada aposento por todos sus huecos exteriores. Parece que llaman a los cristales si están cerrados, ciñendo la casa con su bosque de hojas y de perfumes con la agitación del viento y de los pájaros. La casona ha desaparecido; allí no hay más que un gigantesco árbol de flores, una maravillosa cortina de susurros y de cantares y también de sordas plegarias ¿Se detendrá todavía la gente —nos preguntamos—, en el silencioso camino de Luzmela para contemplar la glicina más hermosa de aquella región?... La insigne escritora admiraba su belleza y recibía complacida su perfume como un homenaje de su huerto, o mejor dicho, como una recompensa a la consagración que a las flores dedicara.
Palacio Magnolias
Así como este otro poema de Josefina Aldecoa
Su libro “En la distancia”: “El río Saja a sus pies, la montaña a su espalda. Praderas, árboles y plantas en las huertas, flores en las ventanas de las casas montañesas. Tranquilidad. Paz. El tiempo parecía haberse detenido en aquel lugar amable y acogedor“.
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