Jardines muy particulares (VIII) : Un jardín en Ortigueira

Ya había dedicado una entrada en "Vivir entre Flores" a Mercedes, amiga de mi amiga y seguidora Francesca, a propósito de sus preciosos kalanchoes.

https://vivirentreflores.wordpress.com/2020/04/09/los-kalanchoes-de-mercedes/

Hoy nos invita a dar un paseo por su Finca "A Granxa do Souto" en Mera de Ortigueira (Galicia)

Nos encontramos en un lugar privilegiado, dentro del espacio natural protegido del Valle del Río Mera, el cual forma la espléndida ría de Ortigueira. Y es que estamos al norte del Norte, muy cerca del punto más septentrional de la Península Ibérica (la Estaca de Bares), observados por una de las estructuras geológicas más antiguas de Europa, la sierra de A Capelada. Por suerte si te acercas a visitarnos podrás conocer de cerca todos estos lugares impresionantes, casi mágicos y desde luego, con mucha historia.

Tenemos tradición de granja y fue el origen de nuestra historia. En 1999 la granja abandonó su actividad lechera y se transformó en un centro de actividades ecuestres. Aunque nunca quisimos olvidar tantos años de nuestra historia. Por eso, hoy mantenemos los animales típicos de estas explotaciones para poner en valor lo importante que han sido estas granjas para Galicia. Y además, para que las personas de las zonas urbanas e incluso de las zonas rurales puedan conocer e interactuar con los animales y su medio.

Nuestra familia, la familia Pita, propietaria del pazo y la granja desde principios del siglo XVI, hizo un gran esfuerzo en potenciar el desarrollo de la ganadería y agricultura en la comarca del Ortegal. En 1981, Manuel Vierna Pita, recuperó la granja de sus antepasados y consiguió convertirla en una de las explotaciones lecheras más relevantes de Galicia.





Nos reciben con estos senderos de Hydrangea


La hortensia era una de las plantas favoritas de mi madre y me trae siempre recuerdos muy entrañables.

Dejo este relato de Juan Ramón Jiménez, "El jardinero sevillano", que me regaló un día mi amigo Manuel Benitez y que encaja muy bien a propósito de las hortensias.

EL JARDINERO SEVILLANO

DE DON JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

(Respetando la forma de escribir del autor)
En Sevilla, Triana, y en su bello huerto sobre el Guadalquivir, calle del Ruiseñor, además (y parece demasiado, pero estas coincidencias son el pueblo auténtico). Desde el patio se veía ponerse el sol sobre La Catedral y la Giralda, términos rosafuego entre el verdeoscuro. El hortelano, jardinero, hombre fino, vendía plantas y flores que cuidaba en su mirador con esmero esquisito, Quería a cada planta y cada flor como si fuesen mujeres o niños delicados, y aquello era una familia de hojas y flores. Y ¡le costaba tanto venderlas, dejarlas ir, deshacerse de ellas! Este conflicto espiritual (los tenía a diario) fue por una maceta de hortensias.
Vinieron a comprársela, y él, después de pensarlo y dudarlo mucho, quedó comprometido en el trato. La vendía, pero a condición, impuesta por él, de vijilarla. Y se llevaron la hortensia. Durante unos días el jardinero estuvo yendo a verla a la casa de sus nuevos dueños. Le quitaba lo seco, la regaba o le sacaba un poquito de tierra, le arreglaba las cañas. Y antes de irse se estaba un rato dando instrucciones para su cuido: “Que debe regarse así o no así; mas el sol no tiene que darle sino de este modo; que mucho cuidado, señora, con el relente, qué lo de más acá, más allá”.
Los dueños se iban ya cansando de sus visitas. (“Bueno, bueno, no sea usted tan pesado. Hasta el mes que viene, etcétera”), y ya el jardinero iba menos, es decir, iba lo mismo pero no entraba. Pasaba por la calle y veía la hortensia por la candela, O entraba rápidamente, pasando su vergüenza, con un pretesto: “Aquí traigo esta jeringuilla que me he encontrado, para que la rieguen ustedes mejor”, o “que me había olvidado este alambrito”, o lo otro. Y con estas disculpas se acercaba a “su” hortensia.

En fin, un día llegó nuevo y decidido: “Si ustedes no quieren que yo venga a “cuidarla”, me dicen ustedes lo que les doy por ella, porque yo me la llevo a mi casa ahora mismo”. Y cojió entre sus brazos el macetón añil con la hortensia rosa y, como si hubiese sido una muchacha, se la llevó.







Y en la mesa 



Flora de la finca

A ver si soy capaz de enumerar la mayoría de ellas. Las voy a nombrar por orden de aparición aunque alguna saltaré.


- Dedalera
- Prímulas
- Gamón asfódelo
- Belis perennis
- Crysanthemun o margarita
- Vinca per vinca
- Armuelle
- Flor de saúco
- Cicuta 
- Angélica
- Ortiga
- Petunias
- Tojo
- Lirio
- Diente de León ?
- Fresas
- Semilla de Aliso






























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