Viajando por el mundo (CLXXIII) : Los viajes de Pilar y Felipe (VI) : Vietnam y Camboya

 Del 3 a 13 de noviembre de 2005

En esta ocasión Pilar y Felipe nos llevan de viaje a Vietnam y Camboya y van acompñados de Pichi, Maribel, Otete, Antonio E

Para esta entrada he tomado mucha información del Diario que Pilar lleva tan exhaustivamente escrito.


Hanoi 

La llegada




Palacio Presidencial



Lo que nos cuenta Pilar

Hanoi es una gran ciudad de unos 4 millones de habitantes. Ha pasado gran parte de su historia defendiéndose de las agresiones externas: chinos, mongoles (por el norte), y Japón, Francia y Estados Unidos (desde más lejos). Después de los bombardeos en esta última guerra, se han repuesto muchos de los edificios bombardeados y la ciudad cuenta con dos partes bien distintas, (dentro del centro): el barrio más moderno (en cuyo centro neurálgico existe un lago y en medio una pagoda muy bien iluminada de noche (llamada por cierto, “De la Espada Restituida”). Esta parte de la ciudad cuenta con calles anchas y buenos hoteles. El barrio Antiguo, por su parte, está compuesto por 36 calles, que en un principio eran calles gremiales (y algo de eso queda todavía según pudimos apreciar en nuestro paseo).

Es una ciudad de muchos jóvenes. La gente es menuda y sonriente. La calle, en principio, inspira algo de temor, pues todo el mundo está pendiente de los turistas (y aquí, es imposible disimular que lo eres). Pero lo que más llama la atención de la calle (y nos quedará de esto un imborrable recuerdo), es el tráfico. Decir que es caótico no sería ser justos: lo cierto es que no se producen grandes atascos, y que, sorprendentemente, fluye sin contratiempos. Pero para nuestros ojos de no habituados, solo se puede describir como inenarrable.

Masas inacabables de motocicletas por todas partes, (y también bicicletas y, aunque menos, coches) sin apenas respiro. Casi ningún caso a las señales de tráfico (aunque existen, pero son pocas) y todo el mundo se entrecruza al llegar a los puntos en que se hace necesario de la forma más increíble. Todo el mundo circula a un ritmo que no es frenético, pero tampoco lento, trenzándose y cruzándose en todos los sentidos (con frecuencia en sentido contrario), y todo ello sin parar de tocar los claxons. Lo mejor es que todo se hace sin violencia: los vietnamitas son gente afable y sonriente, y no pierden el buen humor (yo diría más bien la impasibilidad), en las situaciones más estresantes para los no acostumbrados. 

En este país, el espíritu comercial es digno de reseñar. Nunca habíamos visto un país en donde todo portal (aunque fuera en medio del campo, increíble pero cierto), estuviera ocupado por una tienda. El concepto de portal no existe. En todos los bajos hay tiendas, a veces es imposible saber qué es lo que venden exactamente: se trata de un par de estanterías con cosas variadas, mezclados con la clásica moto (el portal sirve también de garaje), y al fondo lo más sorpresivo: la cama de la familia. En la entrada guisa el ama de casa en un pequeño hornillo de gas, a la vista de todo el mundo y la familia come en una pequeña mesa en la acera, y sentados en pequeños taburetes, o bien sobre los propios pies, en una flexión que nos hace sentir verdadera envidia por la flexibilidad que demuestran. Se ve que es la casa de la familia, pero no renuncian a vender lo que sea.

Otra peculiaridad del país que vamos a ver por todas partes y que ya nos llamó la atención este primer día es el tamaño de las casas. Todos los portales-tiendas (que no tienen más de cuatro metros de fachada) están construidas hacia arriba, en tres o cuatro pisos generalmente, conservando la misma estructura. Ancho de fachada de cuatro o cinco metros (como mucho) y enormemente largas, de forma que las casas son longanizas sin espacio para pasillos, donde las habitaciones se suceden unas a otras sin más ventilación que la de la habitación de fachada y la trasera. En medio suelen tener una especie de cúpula de cristal, coronada por un extractor (o zoom), que se supone debe ayudar en la ventilación de la escalera. El piso más alto suele ser una terraza cubierta (más o menos grande, en ocasiones ocupa todo el piso). Estas terrazas se usan mucho como tendedero en un país donde suelo llover tanto. No llegamos a visitar ninguna por dentro, pero todas nos llamaban la atención, pues es verdaderamente raro encontrar una sola casa que no siguiera este modelo constructivo. Tienen, por cierto, mucha afición a tender la ropa colgada en perchas, algo que nos resulta también curioso. Eso sí, todas las casas tienen columnas más o menos salomónicas, escaleras rebuscadas, balaustradas, bolas y toda clase de recargados elementos constructivos y de colores chillones. En ocasiones, ver las casas ya es de por sí todo un espectáculo. Sin embargo, y sobre todo en la parte de la ciudad más moderna, algunas, siempre dentro de su singular estilo, no estaban exentas de originalidad y de cierto gusto.(Pilar)

En este barrio de las 36 calles, que en el pasado representó algún gremio (por lo que el nombre de cada calle suelo incluir la palabra Hang (mercancía), más el vocablo que indica el producto correspondiente. Así, Hang Ma significa la “calle del papel”. Todavía hoy día se puede apreciar que están distribuidas por materias: vimos calles de farmacias, calles de cajas funerarias muy bien alineadas, calles de barberos. Pero en otras está todo mezclado, en un caos que ofrece a nuestra vista los oficios más variopintos, y que nos llevan fascinados de un lado a otro. Se mezclan sin transición joyerías, pequeños restaurantes, más o menos lujosos, con sus pequeñas mesas a la puerta y la gente comiendo, tiendas de ultramarinos, de especies, de tejidos, de lavado y engrase de motos.... En el ambiente se mezclan los olores de fruta, de especias, todos mezclados con la contaminación imperante, que hace imposible de describir lo que perciben nuestros sentidos, pero sin llegar a ser desagradable.

Además de los diez mil comercios, te asedian otros tantos vendedores ambulantes, ofreciéndote postales, DVD, mecheros, móviles, paseos en bici o en moto.... Algo para no olvidar. Después de deambular de aquí para allá, y de iniciar nuestras compras (hay cien mil tiendas para turistas, los precios son verdaderamente económicos, lo peor es el lío de monedas: llevábamos dólares, y un dólar equivale, más o menos, a 15.000 dong (la moneda local). Así que nos pasábamos la vida haciendo cuentas, hasta que llegamos a la conclusión de que 100 dongs eran 1 peseta (muy aproximadamente), y eso nos alivió bastante. Para entendernos con la gente, si no hablaban inglés (y nosotros tampoco), usábamos un papel y un lápiz, e íbamos escribiendo cada uno los sucesivos regateos. Porque eso sí, es obligatorio regatear, ofreciendo la mitad y aún menos de lo que te piden. Cosa que llega a ser agotadora para los no acostumbrados (pero para otros es una delicia, hay a quien le encanta el regateo). Más tarde, al fin de nuestro viaje, cuando llegamos a Saigón, ya se veía la influencia de los extranjeros, pues allí, en el centro, vimos tiendas que ya tenían precio fijo (en la etiqueta), y no bajaban nada. Lo cual era un descanso.(Pilar)

Museo de Etnología







https://es.wikipedia.org/wiki/Museo_de_Etnolog%C3%ADa_de_Vietnam

https://horizon-vietnamviaje.com/ciudades/hanoi-museo-de-etnografia/





Templo de la Literatura, antigua Universidad de Vietnam



Bambú



Mausoleo de Ho Chi Min




Pagoda del único pilar





Bac Ha









Hoa Lu









Paseo por el río Tam Coc








Teatro de marionetas


Bahía de Ha-Long

















Camboya

En el Hotel







Templos

En el entorno de los templos, dicen que viven 20.000 personas, en poblados o desperdigados entre las ruinas. Estos templos dicen que nunca se abandonaron del todo. Tuvieron su época de esplendor, cuando fueron construidos, y luego, sencillamente, se usaron menos. Pero seguían sirviendo de punto de oración, lo que pasa es que en el entorno eran tan pobres, que no podían reconstruir nada y, sencillamente, se estaban cayendo a trozos cuando fueron “descubiertos” en el siglo XIX. Hace muy poco que empezaron a reconstruir (creo que unos 10 años) y el turismo empezó, de verdad, alrededor del 2000. También hay que tener en cuenta la historia política de la zona, tan truculenta, con los gemeres rojos los camboyanos murieron hasta que la población quedó reducida a un tercio. Fue algo espantoso.

Entramos por un puente sobre una especie de canal-estanque que rodea el entorno. A la derecha teníamos el más importante de los templos: el de Angkor-Wat. Es el más grande y el mejor conservado. Dice el guía que es más bonito en la tarde, porque da el sol en la fachada y lo ilumina. Pero nosotros al final no pudimos verlo en la tarde y lo vimos a la mañana siguiente.

Pasamos de largo hacia Ciudad Tom. En este enclave hay varios templos construidos por el Rey Javarayama VII. Este Rey se dedicó a construir templos para toda su familia: está el suyo, y otros más dedicados a su esposa, a su padre, a su madre, a sus hijos, etc. Para entrar, tuvimos que atravesar un puente sobre un canal artificial, curiosísimo. A ambos lados del puente, y a modo de barandilla, dos serpientes portadas por 54 soldados. Están bastante bien conservados, incluso tienen cabeza, la mayoría (otros que vimos luego, no las tenían). El 54 es un número cabalístico para ellos. El templo que vimos a continuación, tiene igualmente 54 torres. Cada torre tiene, a su vez, 4 caras, mirando hacia los cuatro puntos cardinales. Las caras estaban conservadas de forma irregular, pero la mayoría eran reconocibles. Todas tienen una gran nariz, muy grande para los habitantes de la zona. Es muy curioso, pero a mí me recordaban las grandes narices de los indios aztecas, solo que menos aguileñas.

Es muy llamativa la mezcla de budismo e hinduismo que lo impregna todo. Nos explicaron que, aunque el budismo es anterior (y de hecho los templos fueron, en un principio, budistas), el país sufrió muchas invasiones de sus vecinos induistas (ya digo que se les ve la mezcla hasta en el físico). Y en estas invasiones se dedicaban a destruir todo lo budista que encontraban. De hecho, las estatuas de Buda están todas descabezadas, pero sin embargo, otras hechas especialmente para Brhama, Wisnú, etc., están cubiertas por túnicas doradas (propio de Buda).

Me llaman la atención mucho los bajorrelieves que hay por todas partes. Algunos mal conservados. Pero otros impresionantes. En este templo son escenas de guerra. Los soldados triunfadores tienen caras sonrientes, que se aprecian claramente. En otros sitios son escenas de la vida cotidiana, más curiosos si cabe.


Los templos en sí, son una sucesión de pasillos y patios, mejor o peor conservados, pero que, vistos desde el centro, en medio de cualquier pasillo dan una perspectiva curiosísima. Parecen espejos, en los que se van reflejando una puerta que enmarca a la siguiente, y así sucesivamente, hasta verse veinte o treinta puertas en cada dirección. Eso sí, escalones por todas partes, y a alguno de nuestros compañeros empieza a notársele cierto agotamiento en las rodillas, pero es que hay que ir continuamente subiendo y bajando escalones. En las encrucijadas de los pasillos hay como pequeñas capillitas con su buda correspondiente. En la mayoría, una anciana cuida las estatuas, con su sándalo y de camino, pide a los turistas ofrendas.(Pilar)









Cena con espectáculo


Angkor Wat

Es además el mejor conservado. Similar a los otros: varios patios se suceden unos a otros, muchos pasillos y en los cruces, especies de capillitas con estatuas (como en todos) decapitadas de Buda. La razón por la que está mejor conservado, dice nuestro guía, es porque la piedra no es del entorno, como en los demás templos, sino que es traída especialmente desde unos 60 Kilómetros.

A la entrada, a la derecha, hay una especie de gran estanque lleno de nenúfares rosa verdaderamente espectacular. Este templo tiene la característica de que los patios están como cerrados, recuerdan piscinas. El dintel y la entrada están llenos de boquetes, dicen que es recuerdo de la guerra civil que hasta hace tan poco tiempo destrozó a los camboyanos.

En el centro de todo, una especie de reproducción en alto del propio templo, a la que se llega a través de una terrible escalera con los escalones muy desgastados. Tanto es así, que muchos de nuestros compañeros no se deciden a subir, y es que verdaderamente da miedo. Después, arriba, volvemos a encontrarnos la misma distribución de lo de abajo: cuatro patios, en forma de estanque cerrado, separados por pasillos, escalones y capillitas. Menos mal que luego, para bajar, encontramos en otro de los lados una escalera con baranda que nos alivió bastante la bajada.(Pilar)









Lo mejor de este templo, para mí, fueron los magníficos relieves que vimos, que cubrían cuatro grandes paredes de lado a lado. Y que estaban muy bien conservados. Los motivos eran muy variados: las consabidas guerras, pero también escenas de caza, de la vida diaria, otros de mitología india.(Pilar)








Pre Rup

En la zona nos explican que los árboles más grandes son de dos clases: los de teca, de crecimiento lento (y madera durísima), y otros como de agua. Son estos últimos los que han crecido literalmente ahogando a los templos, ya que son de crecimiento mucho más rápido que los de teca.(Pilar)

















Saigón

Hotel


Un centro precioso de gladiolos


Templo Cao Dai






Poblado flotante en el Lago Tonle Sap











Basílica de Notre Dame


Comentarios

  1. Para ser sincera lo primero que tengo que decir es: QUE ENVIDIA!!!!!!!!!!!
    Definitivamente, viajar es una experiencia inigualable. Y luego me han impresionado las raíces de esos árboles. Se comían los edificios!

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  2. Si no puedes vivir la experiencia presencialmente, al menos la puedes disfrutar virtualmente. Gracias por comentar

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